domingo, 9 de diciembre de 2012


Socorro
Por Gustavo Ng

 

Hay que observar bien para distinguir un cuadradito anaranjado recortado en la selva verde que cubre el morro de enfrente. Lo miramos allá lejos, un poco hacia abajo, desde la cumbre de un cerro más alto. Las cosquillas inquietan el estómago cuando tomamos conciencia de que allí es donde terminará el vuelo que estamos por comenzar, cuando demos cinco pasos por la plataforma de roca y nos impulsemos hacia el vacío. Nos deslizaremos por el cielo colgados de un cable. Parece que el susto no se nos pasará jamás, pero a poco andar, la gloriosa sensación de volar y la brillante hermosura de la Tierra alrededor nuestro, nos habrá despejado cualquier sentimiento que no sea la dicha.

El vuelo es una tirolesa de un kilómetro de largo entre dos picos de las Sierras de Mantiqueira. Estamos en Socorro, una pequeña ciudad que es polo de deportes de aventura, a sólo 140 kilómetros de la ciudad de Sao Paulo y a 110 de Campinas.
La formidable tirolesa en la que se vuela a 60 kilómetros por hora y que se engancha con otras dos para llegar al pie del morro, es una de las actividades del Hotel Fazenda Parque dos Sonhos, uno de los parques del lugar, en la frontera con el Estado de Minas Gerais, y en el corazón de la Mata Atlántica. El terreno de montañas amables, selva y ríos es perfecto para esta clase de turismo: bellísimo para contemplar y vivaz, irregular y variado para disfrutar de la Naturaleza en movimiento.
El resultado de permanecer unos días en el Hotel Fazenda Parque dos Sonhos es algo que quedará como una historia que siempre se recordará, y cada vez que se la recuerde se volverá a armar el grupo con el que estuvimos allí.
Entre los árboles de la selva que rodea al hotel otros cables forman puentes y sendas de maderas colgantes que van de árbol a árbol. A la actividad de recorrer la Mata Atlántica por esas pasarelas aéreas le llaman arborismo. Quienes vayan en familia notarán que en los chicos produce algarabía de macacos y en los adultos hace rebrotar la remota e incumplida felicidad de sentirse Tarzán —o Jane. Los audaces recorren a 15 metros del suelo 800 metros, en los que hallan obstáculos y terminan con dos tirolesas de 200 y 250 metros.
El vértigo se paladea también andando por paredes de rocas. El cuerpo desafía la fuerza de gravedad y la vista se extasía con los paisajes mientras se baja 25 ó 50 metros en rapel (con cuerdas). A veces los pies se apoyan en la pared, a veces quedan en el aire, pero siempre nos tienen emocionados. El Parque do Monjolinho reserva un rapel para auténticos valientes: el descenso es desde una plataforma a 30 metros de altura, sin paredes de roca, sólo en el vacío.
En este parque también hay diferentes maneras de divertirse en las aguas del Río do Peixe: el acqua-ride, en flotadores individuales para navegar acostado boca abajo, por los sectores más tranquilos y por los rápidos, un rafting de dos horas y media que atraviesa más de 20 rápidos en siete kilómetros, y una travesía llamaba bóia-cross, sobre las clásicas cámara de camión (remozadas), remando con las manos, jugando con los otros navegantes, divirtiéndose con el agua. La seguridad es extremada en todas las actividades, desde las que reclaman más adrenalina a las más apacibles. Todas las travesías por el agua, por ejemplo, se hacen con equipos y acompañadas por coordinadores que dan un pequeño entrenamiento antes de salir.
Las caminatas por sendas en la selva nativa son momentos de paz, oliendo el aroma vegetal y el agua, escuchando las cascadas escondidas y los pájaros en todas partes.
El territorio es de Mata Atlántica y de fazendas, chacras, algunas de las cuales también están acondicionadas para el turismo. La Fazenda Campo Dos Sonhos recibe a los visitantes para mostrarles cómo se cultivan las verduras en la quinta, cómo se procesa el café desde la cosecha, cómo se hacen dulces y licores; en un vagoncito tirado por un tractor se recorren los corrales de los gansos, las cabras, las vacas; en mansos caballos se pasea bajo la sombra y junto a la laguna, que luego se la recorre en botecitos a pedal. Por una incipiente ruta de turismo rural, se merienda en una casita del campo, de los abuelos de los dueños, gente caipira que disfrutará sirviendo un banquete infinito de panes dulces o saborizados, tortas, quesos, buñuelos, café, chocolate... con la señora explicando cómo hizo este paozinho de queijo o aquel dulce de cocada con frutilla. Terminada la comida, una banda de músicos sertanejos tocarán y bailarán orgullosamente su música.
El paisaje serrano es encantador. Socorro es suave paisaje montañoso de pintura naif. La tierra es un tapiz hecho de paños verdes de plantaciones de caña de azúcar o café, divididos por cercas de palos, arroyos o caminitos de tierra. Hay una vieja y hermosa casita de colonos italianos, con patos en un estanque, árboles frutales, gallinas blancas subidas a un tractor y un jardín con flores. Una señora nos saluda, con un pañuelo en la cabeza y un vestido azul a lunares blancos. Hay vacas brasileñas, blancas, algo gigantes, con unos cuernos larguísimos. Y hay descomunales rocas en cualquier lugar entre campos de césped, que parecen surgidas de la tierra con su cuero gris cubierto de líquenes. El cielo del día es blanco, cuando las tardes son tórridas, pero en las noches la fiesta de las estrellas brilla, mientras cantan los grillos y las ranas, y sobre los arroyos se reúnen las luciérnagas con sus delicadas luces verdes, en otra fiesta que imita la del cielo.


La aventura accesible

Su supone que la plenitud física es requisito para hacer deporte aventura, con lo que muchas, o la mayoría, de las personas tendrían vedado disfrutar intensamente de los paisajes con el cuerpo. Por otro lado casi el 20% de la población tiene algún problema de movilidad. Socorro decidió no darle la espalda al tema y promovió, con ayuda de los gobiernos federal y estatal, un plan para que los parques vayan adaptando actividades de modo que puedan ser disfrutadas por personas con movilidad reducida y capacidades diferentes. Liderando la iniciativa que acompañan otros prestadores, Parque dos Sonhos hizo accesible todas las áreas de alojamiento y restaurantes, y la tirolesa, las actividades acuáticas, el trekking por la selva, las cabalgatas y otras diversiones.


INFO PRÁCTICA
Cómo llegar
Gol, Tam Mercosur, Aerolíneas Argentinas y Tam tienen vuelos directos desde Buenos Aires a São Paulo (Aeropuerto de Guarulhos) todos los días, con tarifas desde 450 dólares. De allí conviene alquilar un auto (un Palio 1.4 cuesta 52 dólares por día) para recorrer los 140 kilómetros hasta Socorro, para lo cual hay que salir por Fernão Dias hasta Bragança Paulista y de ahí a Socorro por la Rodovia Capitão Barduíno.
Dónde alojarse
El Hotel Fazenda Campo dos Sonhos tiene restaurante, piscina, saunas y lugares para hacer deportes. Tanto habitaciones como dependencias están adaptadas para personas con deficiencias o movilidad reducida. Las habitaciones dobles cuestan desde 200 dólares, incluyendo 4 comidas diarias y actividades de aventura. El Hotel Recanto tiene piscinas, restaurante, salón de juegos, canchas de tenis y de fútbol, con habitaciones desde 220 dólares en base doble. Con los mismos servicios el Grinberg’s Village Hotel tiene habitaciones dobles desde 120 dólares y cabañas hasta 6 personas desde 280 dólares.
Dónde informarse
Área de Turismo de la Embajada de Brasil en Argentina: tel. (011) 4515-2400,  turismo@brasil.org.ar



lunes, 23 de enero de 2012

Gramado ideal


Las amplias playas del placer y los morros cubiertos de selva que entran dormidos en el mar son la postal de Brasil, pero sabemos que su vasto territorio está poblado de otros parajes asombrosos. Hay un rincón, en lo alto de las Serras Gaúchas, que es un pequeño mundo exquisito.
A 115 km. de Porto Alegre, Gramado es un escenario de perfección irreal, armado con casitas de estilo alemán salidas de revistas de decoración y adornado por jardines que compiten en esplendor. Es un pueblito casi alpino (en invierno se cubre de nieve), enclavado a 860 metros de altura en un paisaje de montañas donde reinan las araucarias. Ha sido construido con la decisión implacable de que resultara hermoso para recibir al turismo.

Minimundo ideal 

Dentro de Gramado, las familias viven una fiesta visitando Minimundo, una maqueta gigante que es también la expresión más acabada de cómo quiere ser este pueblo. Se puede estar el día entero siguiendo los trenes que recorren los castillos de Neschwanstein y de Lichtenstein, la Municipalidad de Freiburg, plazas, iglesias, astilleros y barcos, telesférico, una estación de subte de Hamburgo, lagos, cascadas y casas típicas. Hay un mundo entero por descubrir, con miles de muñequitos que crean situaciones simpáticas.
Y Gramado no tiene nada que envidiar a los habitantes del Minimundo ideal. Sus vecinos viven sin preocupaciones porque la seguridad es absoluta, el pueblo es hermoso, la gente amable, la limpieza insuperable, todo es ordenado y funciona. Hasta el detalle más desapercibido es cuidado.
La pequeña Gramado se mira en el espejo de la gran maqueta de Minimundo. El creador de Minimundo, Otto Höppner fue protagonista de la colonización alemana, la que dejó en Gramado una fuerte impronta cultural. Cada casa y edificio respeta con entusiasmo los estilos normando y bávaro. Con las plantas y las flores hacen una composición urbana deliciosa, que el terreno irregular permite observar y disfrutar. En los comercios los gramadenses atienden con cordialidad natural y los automovilistas se detienen calmamente cuando un peatón va a cruzar la calle.
Gramado es un Brasil muy diferente. Los brasileños vienen para descansar del agobio del calor a una villa donde no hay hordas de turistas, ni gritos, ni embotellamientos, ni pícaros.

Roteiro Rural

Desde Gramado, una mañana de sol se recorre el Roteiro Rural por la Linha Bonita. En los altos prados las nubes se meten a pastar en el fondo de las casas, enredándose entre las vacas y posándose sobre los estanques donde nadan los patos. La primera escala es la casa de Elizabeta Ferrari, centenarias la casa y su dueña. La casa es de la época en que se construía con madera de araucaria, con las habitaciones arriba y debajo las herramientas, los salamines y las gallinas. Todo alrededor es verde, azul estridente el cielo y las nubes de blanco recargado. Más adelante esperan a los visitantes Cenilda y Erni, para mostrarles su molino de yerba mate y ofrecerles sus frutas secas y sus licores. Reciben complacidos, dejan brotar cuánto los alegra la visita hablando a los gritos y mirando con ojos sonrientes. En su viejo molino el molinero Nelson Cavichion, entre trastos centenarios, se larga a contar la historia de sus abuelos pioneros: los sacrificios, las pequeñas dichas, la rutina. Los visitantes ríen y se dejan ganar por la ternura, y los trastos cobran sentido. En el último mojón de la excursión, otro matrimonio recibe con las tortas que hicieron la señora y sus hijas y los embutidos del marido, dan charla y al final participan a todos de una canzonetta italiana.
En una visita a Bento Gonçalves, a 72 kilómetros, se remontan las raíces italianas en un paseo en el tren turístico María Fumaça, al que suben, a poco de traquetear, músicos que tocan la tarantela y bailan con los pasajeros. Los brasileños turistas, carentes de melancolía, festejan con excitación de egresados —además, en una parada se ha abierto la canilla de la sidra para todos.

La herencia italiana y alemana

Gramado es el resultado de la inmigración de italianos y alemanes. Fue amasada por la fe de los colonos  en que los hombres pueden vivir pura y alegremente en una villa habitada por la bondad y la inocencia.
Nova Petrópolis, a 36 kilómetros de Gramado, es la cuna de los alemanes que llegaron en el siglo XIX. Caminando por un prolijo bosque que guarda un lago se llega a la Aldeia do Imigrante. Allí permanecen flotando en el tiempo modestas casitas, una pequeña capilla de piedra y madera, la antigua escuela, un comedor generoso y un cementerio íntimo. En el mismo parque una enorme glorieta gigante y un vasto salón con escenario y mesas comunitarias albergan las fiestas alemanas, desde los casamientos hasta la Oktoberfest. Los turistas son invitados a la Noche Alemana, en la que disfrutan una variedad pródiga de platos, tortas y cervezas, mientras observan y al fin participan de los bailes tradicionales, al son de una orquesta que parece recién llegada de las orillas del Rhin.

Naturaleza domesticada

El entorno natural de Gramado es tan espléndido como la ciudad, con las dimensiones brasileñas: todo se expande en demasía. En el Parque Nacional Caracol un arroyo se arroja al vacío, formando un salto tan alto que el agua parece no terminar de caer. Las altas masas de araucarias, árboles prehistóricos, se alejan hasta el infinito. En el Parque Nacional de Aparados da Serra el cañón de Itambezinho es una fisura de 700 metros de profundidad en la carne del planeta. Los brasileños descendientes de inmigrantes han domesticado incansablemente esta Naturaleza impresionante para hacerla fructificar. Gramado está en la Ruta del Vino del sur de Brasil y muchos de los campos que la rodean están alfombrados de brillantes viñedos. (Ver apartado)



La Ruta del Vino de Rio Grande do Sul
Desde Gramado se puede recorrer la Ruta del Vino, hecha de bodegas muy bien preparadas para recibir a los visitantes. La Vinícola Aurora está en Bento Gonçalves, donde también recibe a los turistas la Vinícola Miolo, que hace vinos excelentes y fue pensada desde su establecimiento para el turismo, con asesoramiento de europeos y mendocinos. En su sótano hay miles de barricas de roble, y dentro del vientre de las barricas duerme el vino. El lugar está iluminado y ambientado para que el visitante sienta la vida que late en la bodega. El tour comienza junto a unos primitivos toneles gigantes fabricados con madera del lugar, sigue entre tanques de acero, el sótano de las barricas, un sector de lotes especiales, luego una colección de vinos históricos y termina en una degustación de los productos más excelsos: vinos que sólo se venden en Inglaterra, ediciones limitadas, producidos en base a las sugerencias del legendario enólogo Michel Rolland.
Partiendo de Bento Gonçalves, la Ruta del Vino de Rio Grande do Sul recorre Caxias do Sul, Veranópolis, Garibaldi, Cotiporã, Vila Flores y Nova Prata. La visita a las bodegas y viñedos está en muchos casos asociada con alojamiento, paseos y una  gastronomía de lujo.


MINIGUIA
Cómo llegar
Aerolíneas Argentinas tiene vuelos diarios desde Aeroparque a Porto Alegre, con tarifas desde 189 dólares + impuestos. El transfer hasta Gramado (115 km.) cuesta unos 250 reales y el alquiler de autos en Porta Alegre puede ir de 600 reales por semana (Gol o Palio) a 1.000 reales (Picasso o Scènic).
En auto se llega a Porto Alegre, desde Buenos Aires pasando por Montevideo, por Colón/Paysandú o por Paso de los Libres/Uruguaiana. Son entre 1.400 y 1.500 km. La opción Paso de los Libres/Uruguaiana es la mejor si se va desde el Litoral: Paraná y Santa Fe están a 1.200 km., Corrientes a 1.000 km. y Posadas (cruzando por Garruchos) está a unos 800 km.
Dónde alojarse
Con buenos servicios, el Hotel Serrano tiene tarifas desde 400 reales. El Ritta Höppner es un rincón germano, con tarifas desde 300 reales. La Pousada Ald’ Mama, en el centro, tiene habitaciones dobles desde 145 reales y la Pousada Vale do Quilombo, con una vista increíble al valle, tiene tarifas desde 200 reales. La Cabana Belo Destino, hasta cuatro personas, desde 110. En alta temporada (hasta medianos de enero) los precios suben hasta 50%.
Información
Comité Visite Brasil, turismo@brasil.org.ar, tel. (11) 4515-2422,